Los que han abierto por lo menos un manual de economía en su vida saben que los recursos que tenemos son escasos, mientras que nuestros deseos - ilimitados. Y los que han visto por lo menos una publicidad en su vida saben de su propia experiencia que fácil que es ser convencidos de lo contrario - que tenemos los recursos ilimitados, y que lo único que nos falta para la felicidad completa es el objeto de la publicidad concreta - sea perfume, yogur o coche.
A ver, lo de los recursos no lo pongo en dudas - hay lo que hay. Tenemos un planeta con cierta cantidad de todo. Cierta cantidad es lo que quiero destacar - tenemos cierta cantidad de todo, y por grande que sea, se puede agotar. La cantidad de cerveza antes de la fiesta parece inagotable, pero demasiadas veces terminamos corriendo al chino para comprar un litro más. Con planeta, por increible que parezca, puede pasar lo mismo.
Ahora quiero hablar sobre los deseos. No creo que son ilimitados - más de todo son mal gestionados y manipulados. Lo que quiero decir es algo muy sencillo - los deseos que tenemos son pocos. A parte de tener la necesidad de comida, bebida y aire, queremos (y algunos dirían que tenemos la necesidad) de ser amados, queremos pertenecer, queremos divertirnos, queremos ser valorados y a veces admirados, queremos ser considerados attractivos... y poco más.